viernes, 7 de enero de 2011

TANTRA PARA PRINCIPIANTES

Llovía. Es mas, el agua iba acompañada de un viento frío que hacía casi imposible protegerse de ella. Para colmo la entrada a Gijón estaba colapsada por una manifestación laboral que, a base de neumáticos quemados, desdibujaba la decoración navideña de las calles. Era 21 de Diciembre, la víspera de mi viaje a Madrid y, en vez de estar preparando plácidamente las maletas viendo un partido de fútbol y saboreando un gin-tónic helado, paseaba con Rosa a la espera que el reloj marcase las 8 y asistir, a esa hora, a la fiesta de entrada del Solsticio de Invierno que iba a celebrarse en casa de su amiga Marina. Como broche de oro, no podría beber ya que el festejo era medio naturista y por ley debía conducir sobrio hasta Oviedo una vez el evento finalizase.
En el centro de una mesa circular, profusamente iluminada por velas, una gran tartera de barro esperaba que la veintena de personas que se arremolinaba en la sala fueran quemando, y depositando en su interior, los buenos deseos para el 2005.
Tras un breve período de meditación y unas palabras de salutación de la anfitriona, fuimos arrojando, hechas pedazos, nuestras aspiraciones para el año entrante, a la vez que expresábamos, de forma verbal, algún pensamiento de paz y amor. Luego, los asistentes, como en cualquier fiesta navideña, nos congregamos alrededor de dos mesas llenas de aperitivos y bebidas.
Yo no era el centro de atención, pero casi. Acompañaba a Rosa y no pertenecía al entorno de los allí presentes. Era un extraño de la adivinación, el Tarot o el esoterismo, alguien llegado del mundo exterior y del que todos, o mejor dicho todas, querían saber. ¿Cómo conocí a Rosa?, ¿A que me dedicaba?, ¿Si me aburría o no en aquel ambiente peculiar?
El no beber, el orientar las conversaciones hacía temas culinarios y el ofrecerme como camarero desinteresado, llevando comida y bebida hasta los más alejados del buffet, hizo que en poco tiempo los reconociera y que, como conclusión, finalizara la noche en el grupo de los amigos predilectos de Rosa. Tanto ella como Mamen, Marina y un tal Manuel, dedicado a la quiromancia pero que en un momento de descuido apareció con dos botellas de vino de Toro y en otro medio me leyó la mano prometiéndome un estudio más completo en otra ocasión, hablaban de sus cosas, su trabajo y sus proyectos futuros. Yo asentía de forma profesional como si de verdad estuviese metido en el tema.

.- Deberíamos hacerlo, oí como Manuel comentaba algo a Mamen.
.- Si, intervino Rosa. José Luis conoce a una chica, cerca de Oviedo, que acaba de asistir a un curso de Tantra, tal vez pueda asesorarnos.
Sus miradas se dirigieron a mí y yo, con una cara de absoluta candidez, prometí que, a mi regreso de Madrid, contactaría con Mónica y en la capital compraría algún libro para poder ir conociendo los entresijos del tema.
.- Con cuatro parejas será suficiente, explicaba Manuel. Rosa, José Luis tu y yo, decía dirigiéndose a Mamen, Marina, con alguien más y Mónica con un compañero.
.- Bueno y también podemos cambiar de pareja comentó Mamen mirándome a los ojos.
La conversación, que empezaba a ser prometedora, finalizó de golpe con la llegada de una de las invitadas. Nos avisaba que ya era tarde y había dejado de llover. Con una serie de besos, buenos deseos y espíritu de reencuentro a mi regreso, salí con el convencimiento de haber asistido a la entrada del invierno de la forma menos convencional posible.
Hacía muchísimo frío. Corría por la Universitaria intentando eliminar las muchas copas de Nochebuena y Navidad cuando aquel comentario de Manuel, apoyado por Mamen, sobre la sesión de Tantra, me vino a la mente. Por lo general cuando troto pienso en cosas rarísimas que jamás llegan a concretarse pero evitan el aburrimiento del ejercicio monótono y repetitivo. Son situaciones cambiantes, de cortísima duración y siempre con una elevada dosis de sexualidad. “Debo comprar algún libro” me decía y seguro que después lo hablado en casa de Marina se hace realidad. Poco a poco el frío fue desapareciendo, empecé a sudar, llegué a casa, me duche, pero la idea de sesión de Tantra se mantuvo en mi mente.
Gaste unos días recorriendo librerías, consultando anaqueles, viendo la gran cantidad de libros existentes sobre el tema. Al final, me decidí por dos y, pese a lo elevado del precio, los compré. Seguro, pensé, el grupito estará encantado con mi adquisición. Al ir adentrándome en su lectura iba dándome cuenta que el Tantra tenía un transfondo filosófico de lo más erótico. Si lo que explicaba uno de ellos lo llevábamos a la práctica, la sesión podría alcanzar grados de sexualidad difíciles de controlar. Bueno, supuse, tal vez sea eso lo que quieren. La idea repentina, la compra y el conocimiento aplacaron mi curiosidad. La inminente llegada de los Reyes Magos hizo que mi cabeza se orientase hacía otros derroteros y así, mi estancia en Madrid finalizó. Rosa me esperaba en la Plaza de la Gesta. Como la vez anterior con comida para un regimiento y unas ganas locas de recuperar el tiempo perdido. Pasamos la tarde en la cama y lamentamos que el fin de semana debiera dedicarlo a mis clases de osteopatía pero con la ilusión de tener para nosotros las noches y en ellas, aparte de hacer el amor, comentar lo hecho durante nuestra larga separación.

Marina se nos adelantó. Apenas si llevaba una semana en Oviedo cuando contactó con Rosa para, como acordamos en Diciembre, reunirnos. En principio para celebrar su pasado cumpleaños, y luego para continuar y mejorar la fiesta de la entrada del invierno. No fue difícil convencerla de que la reunión, en vez de en Gijón, se celebrara en mi casa. Yo aportaría la comida y el “trago duro” y el resto llevaría refrescos y aperitivos. Los invitados correrían de su cuenta y Rosa nos coordinaría. Fuimos casi los mismos y, como suele suceder, al final terminamos juntos los de siempre. Rosa, Mamen, Manuel, un tal Alberto, que yo desconocía y acompañaba a Marina, y dos amigas suyas también venezolanas. Lo que se inició con bebidas suaves y jugos naturales estaba acabando con vino de Toro, gin-tónics y sidra El Gaitero.
Fue Manuel quien sacó el tema.
.- ¿Qué pasa con la sesión de Tantra? ¿Contactaste con aquella chica que hizo un curso en Gredos durante el puente de la Constitución?. ¿Lo hacemos o no? Comento mirándonos a todos.
Eran preguntas hechas al hilo de un dialogo distendido que captaron la atención de los contertulios. Yo, salvo los libros hojeados por encima, apenas si tenía respuestas que aportar. Los restantes, al igual que sucedió un mes antes, se entusiasmaron con el tema.
.- Venga, José Luis, móntalo y que te ayude Rosa, dijo Mamen, además tienes mucho tiempo.Marina puede aportar su casa. Participaríamos todos nosotros y Mónica la chica del curso.
Salvo las dos venezolanas el resto aceptó, y yo quede nominado para preparar una sesión de Tantra coincidiendo, como no podía ser de otro modo, con la llegada del Carnaval. Cuando hable con Mónica ya había leído “El Arte del Tantra”. Por una de esas casualidades de la vida resultó que Guillermo Ferrara, su autor, fue quien le dio el seminario en Diciembre. Quedo claro, entre ambos, que sin un conductor experimentado, deberíamos preparar una sesión más ligera, en la que se desarrollaran técnicas preliminares y no se entrase en actuaciones muy especificas. Me encargue de elaborar un pequeño guión que más adelante puliríamos y ella montaría un CD con la música y la voz en Of. conductora de los tiempos. La sesión cubriría un día entero en periodos de mañana y tarde. De esta forma cada pareja tendría dos horas uno y dos el otro para poder completar el ejercicio, e idénticos periodos, pero cambiando de pareja, para por la tarde. Como se acordó, Marina se ocuparía del local, la decoración, bebidas y comidas. Los gastos de repartirían entre todos.
Mi trabajo fue muy simple. Con ligeras variantes venía descrito en el libro de Ferrara en lo que se definía como “Ritual Mizithuna”, si bien la última parte, por indicación de Mónica, y falta de tiempo, se eliminó. Empezaríamos con una “Purificación del Cuerpo” a base de baño y aceites, luego en la sala común tendríamos un primer periodo de “Respiración Relajante”, mas adelante una “Preparación Sensorial” y por último un “Conocimiento Corporal”. Cada periodo concluiría con la repetición del Matra OM y un breve tiempo de relajación. Por comodidad decidimos que la única vestimenta sería un pareo. Las mujeres se lo ceñirían al cuello y los hombres a la cintura. De esta forma podría ser fácilmente eliminado en la Fase del Despertar de Sentidos y en la del Conocimiento Corporal.
El día señalado amaneció gris, lluvioso y sombrío. Las semanas anteriores fueron un continuo ir y venir de los diferentes participantes a mi casa, un querer conocer lo que, sobre el papel, sucedería, un concienciarse, de antemano, de todo lo referente al Ritual Tantra, un eliminar los pudores y miedos que el desnudo integral podría ocasionarles.
Marina se lució. El salón estaba diáfano. Ocho colchonetas cubrían el suelo, múltiples gasas caían del techo y disimulaban las ventanas. Una treintena de velones daba al recinto una luz cálida y ambarina.
Hubiese sido perfecto tener un amplio aseo donde podernos bañar y cubrirnos de aceite, pero debimos contentarnos con el servicio de hombres y el de mujeres. Como siempre fui el primero en salir. Limpio, brillante y envuelto en mi pareo negro floreado, llegue a la sala y aguarde que fueran apareciendo el resto de los integrantes. Uno a uno los hombres se situaron frente a las colchonetas. Las mujeres llegaron juntas, muy elegantes bajo sus pareos coloristas. Los emparejamientos estaban cantados. Rosa y yo, Mamen y Manuel, Marina y Alberto, Mónica y Tomas. Me situé en uno de los extremos con Mamen a mi derecha, Marina detrás y Mónica en diagonal, junto al aparato reproductor. “Tumbémonos”, dijo esta al tiempo que se iniciaba una mezcla de música y palabras en la que estaríamos embebidos el resto del día.
.- Respirad conscientemente. Tomar aire por la nariz y expulsarlo por la boca. Se oía entre la música
.- Dejad vagar la mente. Concentrarla en cada parte de vuestro cuerpo.
La voz se perdió dejando que cada uno siguiese sus propios impulsos. La música de fondo lo envolvía todo.
.- Sentaos por parejas. Uno frente al otro y unciros de aceite las manos.
Quede frente a Rosa que, como de costumbre, sonreía maliciosamente.
.- Haced ahora que vuestras manos conozcan el cuerpo de vuestra pareja. Empezad por los dedos, las manos, los brazos, el cuello, la cara, los hombros, el pecho.
Sentí las suyas entre las mías, note como recorrían mi cuerpo, como se recreaban sobre mi piel. Hice lo mismo. Al principio abarque las zonas de carne libres del pareo pero, poco a poco, se fueron sumergiendo por debajo comprobando la turgencia de su pecho, la erección de sus pezones. Nos mirábamos a los ojos mientras nos acariciábamos. De reojo observé al resto de las parejas. Todas hacían lo mismo. Todas vibraban al son de aquel ambiente sugerente y enrarecido por la música.
.- Tumbaos. Uno boca arriba mientras el otro, a su lado, inicia la fase del masaje o del Conocimiento Corporal.
Obedecimos al mandato de la voz. Rosa se acostó sobre la colchoneta al tiempo que deshacía el nudo del pareo bajándoselo hasta la cintura. Mamen hizo lo mismo y yo quede absorto ante aquellos pechos que se me ofrecían a la vista. Unos grandes, potentes, otros pequeños y juguetones. Fui distribuyendo aceite. Al contrario que en otras ocasiones, en las que le había dado masaje, ahora mis manos era instrumentos de placer y su cuerpo solo deseaba recibirlo. Vi como sus pezones se contraían, como ligeros espasmos la sacudían, como se abría al roce de mis dedos. El clímax subía con la música. Cada uno se iba olvidando de quienes le rodeaban dedicándose en exclusiva a quien tenía ante él.
Sin prisa, con delicadeza, separé por completo el pareo de su cuerpo dejándola totalmente desnuda. No dijo nada. No se movió. Mis caricias iban ahora desde la base de la cara hasta la planta de los pies. Recorrían el interior de los muslos, se perdían entre su pelo púbico, rozaban, a penas, los labios mayores de su vagina. Mire a mí alrededor y comprobé que el resto de las parejas estaban como nosotros. Mas aun, Mónica, que era quien daba el masaje, se había desprendido a su vez del pareo. Volví a comparar los cuerpos de Rosa y Mamen. La cintura de una y de la otra. La negra frondosidad que rodeaba el sexo de Mamen junto a la impúdica ausencia del de Rosa, apenas cubierto por una pelusilla.
Desaté y eliminé mi pareo mientras le presionaba el Segundo Chacra, el del placer y el manejo de la energía sexual, situado 8 centímetros por debajo del ombligo. Fue un acto reflejo, incontrolado. De ahí baje hasta su sexo. Estaba húmedo, caliente, palpitante y mis dedos se perdieron en su interior. Vi como se retorcía de gusto, como una serie de orgasmos en cadena recorrían su cuerpo y un torrente de flujo vaginal inundaba mis manos. Se ha corrido en presencia de todos, pensé, como siempre dijo que le gustaría hacerlo.
.- La primera parte del Ritual Mizithuna a finalizado. Repitamos 7 veces el Mantra MO y entremos en una fase de relajación.
La voz rompió nuestro ensueño indicándonos que aquella fase había concluido.
A estas alturas del ritual los ocho participantes nos veíamos desnudos y, lo que era mejor, relajados y contentos.
.- Descansemos un poco, dijo Mónica, bebamos algo antes de continuar.
Unos como estaban y otros con el pareo por la cintura, nos acercamos a una mesita supletoria. Nadie comentaba lo vivido.
.- Sigamos, dijo Mónica, y que ahora de masaje quien lo recibió.
Me tumbé ante Rosa quien, sin ningún pudor, me despojó del pareo y se quitó el suyo, lo mismo hicieron los restantes. Miraba, desde el suelo, a Rosa y a Mamen, tan distintas e iguales, las dos dispuestas a dar placer a quien antes se lo había regalado. A pesar de que la voz en Of. y la música eran idénticas a las de la primera parte, Rosa empezó a saltarse, casi desde el principio, el ritmo indicado. Bueno, ella y los demás. Se centro sobre mi sexo, lo acarició, masajeó, friccionó. Vio como empezaba a crecer, a revivir. Como emergía inhiesto entre la maraña de pelos que lo adornaban. No sé el tiempo que paso pero si que mi órgano vibraba e intentaba no desparramar el semen que contenía. Al final, como le pasó a Rosa, no pudo más y explotó. Un líquido blanco, caliente y viscoso se extendió entre sus dedos.
.- Relajaos y descansad.
Oí de repente mientras Rosa se tendía a mi lado.Eran más de las tres. Llevábamos juntos unas cinco horas y nos parecía que el tiempo se había detenido.
.- Comamos algo, sugirió Mónica. Por la tarde continuaremos.
Informalmente, cubiertos por los pareos nos sentamos a consumir unos emparedados vegetales, algo de fruta y zumos naturales. Hablamos poco, todos deseábamos continuar.
.- Cambiemos de pareja, dijo Mónica.
Era algo previamente pactado y a nadie le extrañó. Quede con Mamen y Manuel con Rosa. Como por la mañana unos al lado de los otros. El ritual, la música, la voz en off, volvieron a ser los mismos, salvo que ahora, quien recibía el masaje estaba boca a bajo.
Mamen se situó a mis pies y, con la misma delicadeza que utilicé con Rosa, le desprendí del pareo. La contemple desnudita, muy delgada, con un culito respingón y unas piernas larguísimas. Fui extendiendo el aceite con lentitud, procurando apenas rozarla, deslizando mis manos por su espalda, sus glúteos, sus pantorrillas, sus pies. A la derecha Rosa ofrecía su opulencia a un Manuel laborioso al principio y entregado después.
Como me ocurrió anteriormente, termine concentrándome en la parte inferior. Bajo el roce de mis caricias sus glúteos se estremecían, se erizaban. Al recorrerle la grieta sagrada se medio abrió ofreciéndome un ano oscuro y palpitante, brindándomelo para el roce de mis dedos traviesos. Casi ni la conocía. Siguiendo el ritual de la voz empecé a presionarle el Primer Chacra, entre el ano y los genitales, y noté que la humedad sexual la invadía. Como a Rosa la excitación la estaba poseyendo. No sabía si seguir o detenerme. Continué acariciándola, sentí sus jadeos, la vibración de su cuerpo. Ahí me detuve. No la penetré ni la masturbé, aunque ella debió sentir sensaciones similares. A Rosa le ocurría lo mismo. La observé con las piernas abiertas y el culo en pompa dejándose acariciar, sobar, penetrar por las ya experimentadas manos de Manuel. Lo que estábamos haciendo era casi una orgía.

.- Relajaos.
La voz detuvo la sesión e indicó el cambio de posición de las parejas.Quedé desnudo y boca abajo. Mi espíritu observador perdía así gran parte de sus posibilidades.
Sentí como Mamen distribuía el aceite sobre mi cuerpo y, al igual que Rosa, casi de entrada se centró de entrada en mi culo. Presionó los glúteos, movió sus dedos por la raja central, los subió luego por el interior de las piernas, por último, como yo le había hecho, empezó a presionarme el Segundo Chacra. Me abrí al máximo ofreciéndole mis genitales a sus caprichos y hacia ellos dirigió su empeño. Los sobo, los apretó, toco mi polla hasta que la notó dura, jugo con mi ano embadurnándolo de aceite introduciendo luego los dedos en él. No pudo masturbarme por la posición, pero gocé y gocé como nunca. Rosa, su alma gemela, estaba aplicando idéntica terapia al bueno de Manuel y creo que este, mas joven y dispuesto, eyaculó bajo sus caricias
.- El Ritual Mizithuna ha finalizado. Repitamos el Mantra OM. Relajémonos y meditemos.
Mamen se tumbó a mi lado, ambos boca arriba. Nos cubrimos con los pareos y dejamos volar la imaginación. Al fondo, la música iba muriendo lentamente.
Sin un orden establecido pero si con las parejas iniciales, nos fuimos retirando
.- Debemos repetirlo y comentar la experiencia, dijo Mónica. Es lo más positivo de todo y, además, podría dar pie a entrar en el 2º grado del Ritual Mizithuna.
Todos nos encontrábamos poseídos de una energía sexual muy fuera de lo corriente. Salimos de la casa con la ilusión de de concretar, mas adelante, lo que Mónica decía.
El viaje a Oviedo fue silencioso. Al llegar a casa nos desmadramos. Caímos en la cama y fueron nuestros cuerpos quienes dijeron lo que sentían.
Por la mañana, mientras leíamos “El Arte del Tantra”, pensamos que debiéramos continuarlo, llegar al Ritual del Sol y la Luna Nueva, al de la Prosperidad y la Abundancia, al del Kundalini, al de la Diosa Kali, al del Espejo, y por último al Circulo Mágico Chacra Puja, pero esos eran otros horizontes aún lejanos. Lo que de verdad había que hacer, antes del Solsticio de Verano, era el 2º grado del Ritual Mizithuna, o lo que era lo mismo, ejecutar durante el ritual lo que por la noche hicimos en la cama.