lunes, 12 de diciembre de 2016

UN MUERTO EN EL TUNEL DE LA SENDA VERDE

Orvallaba. Toda la noche una cortina de agua descargo sobre Oviedo y ahora, a las 7,30 de la mañana, el ambiente era húmedo y frió. Mire el tablón de órdenes. Hasta las 12 guardia, con el cabo Ovidio en el túnel de la senda verde, recién inaugurado y que tantos problemas estaba dando al Consistorio, luego a la Florida y al final a la entrada de la Y. “Un día tranquilo”, pensé.
Mi cabo, cuando quiera —le dije montándome en la Susuki—
Era una de las últimas adquisiciones del Cuerpo y tras pasar la noche en el garaje estaba seca y calentita.
Romerales, hacia el parque y con cuidado. Usted dirige — Le oí decir entre el rugido de las motos.
No era mal compañero. Recién llegado, leones, casado y con dos niñas.
La ciudad, solitaria, envuelta en un molesto chirimiri, invitaba a todo menos hacer guardia en las entradas del túnel.
         Un café para calentarnos —, dijo al parar en la entrada de Otero
A las 9 estábamos ya detenidos en la pequeña rotonda que daba acceso a una de las bocas del túnel. Estaba desierto
         Romerales, —le oí decir— acérquese a la entrada y compruebe que todo esta en orden.
Al llegar algo me pareció extraño. Toda la semana la prensa había comentado la inseguridad del mismo y el Ayuntamiento les respondía, en principio con la colocación de cadenas y candados  y posteriormente con nuestra vigilancia en ambas entradas. Pero algo no cuadraba. De lejos vi le escasa iluminación cenital 
perderse hacia el fondo y un chorro de agua brotando por el desagüe lateral que, para lo poco que llovía, parecía abusivo. Al llegar la cadena, simplemente pasada y el candado abierto, indicaba que algo no estaba del todo correcto, pero, lo que es peor, un bulto grande y oscuro cerraba el normal funcionamiento del desagüe.
Di la vuelta y se lo comente al cabo.
         Entre con cuidado, póngase los guantes, tome nota de lo que vea  y regrese. Yo llamare a la Central para que envíen alguien con más competencias.
Hice lo que me ordeno, tome nota de lo que, a primera vista, se veía, y sin tocar nada regrese donde el cabo.
Me apoye en la moto y contemple la verja, ahora casi abierta de par en par y el canal lateral de desagüe  que iba poco a poco ganando potencia y cantidad. Hojas, palos, papeles, bolsas de golosinas, botes de bebida, eran arrojadas sin orden, distribuidos por la ladera  y amontonados en la entrada del desagüe general  que, cada cierto, tiempo las engullía.
Ni me entere cuando el cabo y tres vehículos de la Nacional  aparcaron a mi espalda. Ovidio se acerco al primero, del que bajo un teniente, le saludo y se vino hacia mi. De los otros dos salieron  un conjunto de agentes de la científica, que, sin ni siquiera saludar se distribuyeron por la ladera y entraron en el túnel.
         La agente Romerales, — dijo presentándome el teniente, — la única que entro en el túnel y certifico la presencia de un cadáver. Hará un informe con lo que vio, sin tocar nada  ya que, como se nos indico, no debíamos alterar el escenario del suceso. Se le enviara en cuanto se pase a limpio y se registre. —
Astudillo, como se llamaba el comisario, me dio la mano y las gracias. Seguido por el cabo entro en el túnel.
Quede de guardia en la entrada. El sitio estaba ya acordonado, lleno de cintas plásticas que limitaban zonas y mogotes rojos numerados distribuidos desde la salida del desagüe general al recolector. Apenas si se oían voces, solo los destellos de una docena de maquinas fotográficas que intentaban perpetuar cualquier posible pista perdida en el manto vegetal, ahora empapado por completo.
Se escucho una especie de explosión y, por la boca del túnel fueron saliendo, de estampida y empapados de pies a cabeza, el teniente, el cabo, cuatro de la científica arrastrando el cadáver y otro tres con maletines,  maquinas fotográficas y bolsas de muestras.
La boca del túnel era un enorme surtidor del que manaba un rió de agua cristalina. Una preciosidad.
Bueno, eso y un hecho. El agua, en su afán liberador, se llevaba con ella, salvo el cadáver, rescatado por los de la científica, toda prueba, indicio, o huella que existiese o pudieran haber existido.
Asturdillo, bastante tranquilo, levanto la operación, mando recoger todo a los de la científica nos llamo a Ovidio y a mi a parte, contacto con el forense y el juez encargados de levantar el cadáver y nos ordeno regresar al cuarte.
Salvo ordenes superiores yo trabajaría dilectamente con el y quería verme en su despacho a las nueve  de la mañana.
El comisario de la Policía Nacional, teniente Astudillo, asignado al caso, hojeaba los pocos informes que, sobre el caso, había en la mesa. Pocos por decir algo ya que solo el informe del policía local, el mió, el meteorológico de la noche anterior y una breve reseña del difunto. D. Indalecio Suárez era todo cuanto poseía para empezar. Faltaba la autopsia, los informes de la científica y las diligencias de los agentes de la calle, por lo normal  escuetos, ambiguos, breves y de poco valor.
         —Me llamo  Pablo, — dijo al sentarme ante la mesa—, si vamos a trabajar juntos mejor que nos tuteemos. Usted es Lucía. A partir de ahora simplemente Lucía, nada de Romerales.
En principio, y salvo las ingerencias políticas es un caso sencillo. No hable con nadie y cualquier intromisión o petición, bien del cuerpo, del ayuntamiento o de los políticos, me los dirige a mi. Usted, o mejor, tu, te haces la tonta.
         —A la orden.., mejor si Pablo.
         —Indalecio Suárez,  empezó diciendo, el muerto, tenia 55 años. Fue, durante mucho tiempo, cerrajero, razón por la que pudo abrir, sin problemas los candados de la verja. En paro desde que se inicio la crisis. Sin vicios claros conocidos. Ni se drogaba ni tomaba, algún vino si le invitaban. Poco o nada aficionado a grescas ni riñas. Soltero, medio misógino. Sin familia. Muy conocido en albergues sociales y comedores humanitarios. En resumen un buen hombre que debía seguir vivo.
El informe de la Seguridad Social dice estar bien de salud  sin mayores problemas físicos que los acarreados por su vida errática y su alimentación irregular
Antes de seguir adelante esperemos que lleguen los informes de la autopsia y la científica.
Lucia, márchate a casa, intenta recordar lo que vistes en el túnel, escríbelo y memorízalo, como si fueses a pasar un examen. No te preocupes, gasta el tiempo con tus hijos y nos vemos mañana aquí a las 10.
D. Cosme, Alcalde del Tripartito, había dormido bien. Como asturiano de toda la vida, la humedad y la lluvia le relajaban, encima, las fiestas navideñas, no eran proclives a problemas municipales. Se aseo y paso a desayunar al saloncito donde estaban ya amontonados los periódicos del día. Por primera vez en muchas semanas, las páginas de inicio no reseñaban nada de interés así que se centro  en el café y los frixuelos que tenía en la mesa. “Hoy será un buen día” pensó, salvo que Conchi, mi secretaria,  haga algún estropicio,…. nada importante.
No oyó el teléfono por lo que no se inquieto cuando le dijeron que era del Ayuntamiento.
         Trini, ¿Qué pasa?, aun no son las nueve de la mañana.
         Cosme. Acérquese cuanto antes……Tenemos un problema. No grave pero puede llegar a ser molesto. Ya le envié un coche.
         —Salgo ahora mismo. Nos vemos.
En un pequeño despacho, anexo al suyo, estaban todos reunidos:
 Trini, la Vicealcaldesa y autoridad real del Consistorio, Conchi, mi secretaria de toda la vida, Ana Aguado otras de las patas del poder, y Buenaventura Sánchez, apodado Don, amante de Trini y según las malas lenguas, el autentico capo del partido, de la Vicealcaldesa y del Consistorio.
         Sr. Alcalde, — Dijo Don casi antes de  sentarme en la mesa—, es una tontería pero sino se controla todo esto, puede hacernos mucho daño.
Esta mañana ha aparecido un cadáver en el túnel de la senda verde, el que usted inauguro hace a penas 15 días y lo peor es que al sacarlo surgió una  cabeza de agua que arrastro cuanto había, cadáver incluido, dando la razón a la prensa que la obra era deficiente y los problemas  superiores a las ventajas,
         —No estaba todo estudiado—susurro D. Cosme. — No existía un estudio geotécnico que lo previese.
         Si. Y ahí radican o radicaran parte de los problemas.
         —Explíquenos.
         Cuando hace casi 10 años, con el gobierno que diseño el trazado de la senda, usted, en la oposición, protesto y enfrento a la prensa y a la sociedad contra el mismo, solicito una serie de estudios que avalasen su necesidad y hasta que no se realizaron se opuso a la ejecución del túnel.
         Donde esta pues el problema.
         —Leyó usted o alguien de su equipo, aquel estudio geotécnico. Este que tengo en la mano y tiene usted delante de la mesa.
         —No recuerdo, hace casi una década.
         —Pues mire la página 115. En ella, muy claro y a modo de conclusión, se indica el problema de las cabezas de agua de la zona y no se recomienda la ejecución del mismo.
         ¿Seguro?
         —Cosme, nunca dudes de mí.
         —Porque votamos a favor.
         —Como siempre, por llevarles la contraria aunque no tuviesen razón.
         — ¿Quién hizo el informe?
         —Un tal Hernán Roca, ingeniero de minas, especialista en geotecnia, por cierto, elegido por ustedes. Al final lo despidieron de malas maneras sin indemnización. La policía cree que  ahora vive en Centroamérica. Están investigando el país. Olvídese de él.
         —Lo recuerdo vagamente.
         —Mejor piense como manejamos  el tema:¿ que decimos a los medios?,¿ como atajamos el río que tenemos en medio de la senda verde? y ¿que hacemos con el lago que se esta formando en la base de  la misma?.
         —Coordine un equipo de seguimiento con la Policía Nacional, la local y nosotros antes de hablar con la prensa. Luego veremos que pasa. Reunión conjunta mañana a las 9 de la mañana.
Lucía llego con adelanto. Se sentó ante la puerta y repaso mentalmente cuanto había hecho por la tarde. En su opinión, nada.
Pablo, muy puntual, apareció con un legajo de papeles bajo el brazo, saludo con un hola y entro en el despacho.
         Siéntate Lucia, ahora empezamos. Hago dos llamadas y te cuento.
         —Todo casi resuelto, falta un como y un porque pero lo demás cuadra a la perfección:
Indalecio Suárez vagabundo de profesión y antiguo cerrajero, llevaba una temporada, desde que se inauguro el túnel de la senda verde, durmiendo en el mismo. Abría el candado al oscurecer y lo dejaba de nuevo cerrado cuando se iba por la mañana.
— ¿Qué paso el día de autos?
         — En rasgos generales lo mismo, pero algo rompió su rutina. Ordeno sus cosas lejos del desagüe, y se tumbo a dormir.
         —Y….
         —Ahí esta el primer problema. Luego se levanto y cayó, muerto, sobre el canal de desagüe. La científica certifica que no había agua en los pulmones, o sea, murió antes de caer. Bueno ni agua ni golpes ni hematomas ni nada, estaba limpio.
         —De algo murió. Que dice la auptosia.
         —Sigue en ello. Tubo un fallo cardiaco pero ¿Por qué?
         —Mi teniente, bueno Pablo sino  le parece mal. Hay dos cosa que no tiene sobre la mesa. La primera es mi informe inicial. En el y de eso no me cabe la menor duda, reseñe que, junto al petate donde dormía el difunto, la existencia de dos bolsas vacías, una de frutos secos y otra de palomitas. La segunda  que gracias a su deferencia de darme la tarde libre, ayer la pase con uno de mis hijos y un amiguito suyo, Álvaro. Al dejármelo su madre, lo único que me dijo es que era alérgico a los cacahuetes y que si por casualidad comía algo que los incluyera lo llevase lo más rápidamente posible a urgencias.
El difunto, aunque sin saberlo, debía ser alérgico a los frutos secos. Robo o encontró una serie de bolsitas de los mismos, con abundantes cacahuetes  y se las llevo para comérselas antes de dormir.
La reacción, al tomárselos en el petate fue: sequedad de boca, hinchazón de cara  y pérdida de visión. Al levantarse y acudir hacia el agua que fluía por el desagüe sufrió un sock anafiláctico y  murió. Todo por causas naturales.
         —Muy inteligente Lucía, sin duda tiene toda la razón. No obstante esperaremos el informe medico pero ya, de entrada podemos tranquilizar al alcalde,  lleva todo el día queriendo saber si hay avances en la investigación.
Ha sido un éxito. Inesperado pero un éxito. — decía la Trini , con su bufanda rosa sobre los hombros  y las gafas en la cabeza, palmoteando al alcalde y abrazándose con sus correligionarios del partido— ya nadie dirá que no somos eficientes.
         No te lance Trini— dijo Buenaventura—estas cosas pasan e, igual te vienen de cara como de culo. Ahora hay que ver como presentárselo a los medios y que hacer con la fuente que acaba de nacer en medio de la senda.
         —No seas gafe” Don”—recriminó el Alcalde—. Pide unas cajas de sidra y anuncia a la presa la resolución del caso. En el próximo Pleno presentaremos un proyecto de aprovechamiento del agua, la clausura del túnel y la creación de un parque temático-ambiental en la ladera inundada.
Por cierto, localízame aquel ingeniero, perdido en Centroamérica y escánciame otro culín de sidra, vago.
       —Don Cosme, déjese de celebraciones, —dijo Conchi— como a las dos de la tarde no este en su casa, Dña. Isolina le va a crujir. Luego no diga que no le avise.
En la calle, la prensa esperaba recibir las gratificantes noticias del Consistorio. Al menos el año finalizaba  con buenos augurios o, al final, todo sería la típica Inocentada del 28 de Diciembre.