viernes, 21 de julio de 2017

LA POSADA DE LANGRE

El hotelito donde fuimos se llamaba, y sigue llamándose “La Posada de Langre”.
Había sido, a principios del Siglo XX, la Casa del Indiano Augusto Arce que emigro a la Republica Dominicana a inicios del XVIII. Allí hizo dinero. Ya mayor, se retiro a esta mansión, por el construida, donde murió. En ella fueron veraneando sus descendientes hasta que, a la muerte de Trujillo, el entonces cabeza de familia vendió casi todas sus propiedades y se vino a Cantabria, la tierra natal de sus mayores. La familia siguió, eso si, teniendo algún pequeño negocio en Dominicana mas de tipo sentimental que financiero y un tropel de servidoras de aquel país.
Cuando en el 2011 fui por primera vez a esta casona, convertida, pienso que por necesidad económica, en hotel rural, tenía disponibles quince habitaciones. Seis en un lateral de la planta baja y el resto en el piso superior. El servicio, la cocina y dos saloncitos muy hogareños, la completaban. El sótano, al que un día nos invito el dueño, debió ser, en sus mejores tiempos, un Spa de altos vuelos para uso exclusivo de los Arce y sus amigos. Hoy día era un montón de escombros con un gran yacuzzi sobre un pedestal
Los dueños vivían en una construcción del mismo estilo pero mas reducida, ubicada al norte de la principal.
El destino nos adjudico la habitación Nº106, en el lateral sur. No era un compendio de lujo y comodidad pero como el resto de las que formaban el pasillo exterior era muy cómoda, silenciosa y poco expuesta a vistas inoportunas. Una cama de 1,50 m., un armario destartalado de principio del XX. Un sofá de orejas y una mesa rectangular con televisión. Hoy, siete años más tarde seguía todo igual. Un cuarto de baño muy pequeño, bueno pequeñísimo y la misma terracita exterior, como de dos metros cuadrados, enmarcada por setos verdes perfectamente podados, una mesita redonda y dos sillas.
Para mi era la joya de la corona. En ella comíamos, nos soleábamos, leíamos. Nadie circulaba por el camino anterior,  cerrado por una valla metálica, que separaba el hotel del inmenso prado situado al sur y que daba a estas pequeñas terracitas una privacidad casi absoluta.
Llegamos un jueves, 28 de Junio y tal vez por la fecha o el día de la semana, éramos los únicos huéspedes de esta hilera exterior de habitaciones.
Nos levantamos temprano, desayunamos fruta y pasiegos de la zona y nos fuimos a la playa de Langre.
La conocíamos de años anteriores pero ahora estaba cambiada. De entrada no había perros. Tras una normativa, no local, sino autonómica, solo en cuatro playas cantabras claramente especificadas por las ordenanzas, estaba permitido aprovechar los arenales para el paseo de estos animales. El control no lo llevaban el servicio de socorristas sino un cuerpo especial de policías que, primero avisaba de la ley y de las multas previstas y, en caso de persistencia, actuaba. Los hoteles poseían documentación sobre los accesos de aquellas playas en las que se permitía disfrutarlas con perros y la normativa de cómo llevarlos y pasearlos. Por lo que me dijeron los problemas que tal normativa acarreo fueron mínimos o nulos.
También se había programado el uso de la actividad surfera.. A primera y a ultima hora siempre bajo el control de las diferentes escuelas.
La madre naturaleza hecho una mano topográfica y con alguna de aquellas galernas que durante el invierno azotaron el Cantábrico, homogeneizo la playa, eliminando los escalones arenosos próximos al acantilado. Ahora era una preciosa concha en la que, como en años anteriores se entremezclaban textiles y nudistas sin ningún tipo de problemas.
Desnudos al sol o paseando por la orilla, pasamos el día. A las seis, calientes, quemados y resecos por la sal regresamos al hotel.
El resto de las habitaciones  del pasillo seguían vacías.  Rosa se ducho, se embadurno de crema hidratante y salio, desnuda como estaba, a la terracita. Al poco la seguí y tras un rato gozando del frescor vespertino del poniente nos servimos dos copas heladas y seguimos viendo anochecer.
Otro día soleado y la misma rutina que el anterior. Fue todo igual hasta llegar al hotel. Lupita la recepcionista-directora nos saludo con un
         . — Hoy han llegado más clientes, casi todos franceses.—
Fui el primero en ducharme, cubrirme de crema hidratante y salir a la terraza.
Si, algo había cambiado.
La terracita de la izquierda era, en aquellos momentos, un gran tendal con toallas de playa, bañadores, ropa interior, blusas, chancletas.
         Bon jour
Me dijo una señorita vestida con un bikini amarillo que le duro puesto lo que tardo en contarlo.
De espaldas a mi se lo quito, lo coloco entre el revuelto de ropa  y, desnuda como estaba me ofreció una esplendida sonrisa y entro de nuevo en la habitación.
Volvió, con un pareo azul de peces atado a la cintura y más ropa que secar. La fue distribuyendo entre los pocos huecos existentes. Al final se despojo del pareo y siguió, desnuda por completo, colocando y recolocando la ropa.
Seguro que lo hacia por provocarme, no era ilógico que una y otra vez se desvistiese ante mis narices.
Su próxima salida fue en un conjunto de ropa interior bastante reducido. Despejo la mesa y casi al instante entro un joven con dos cervezas. Me saludo (muy francés) y ambos se sentaran a la fresca.
Desayunaron a nuestro lado tras, su “Bon jour” correspondiente y
Oh ¡casualidades de la vida, en la arena de Langre plantaron su sombrilla junto a la nuestra. Éramos ya casi amigos.
Porque extrañarnos ni ser mal pensados, éramos nudistas, estábamos en una playa  abierta  y mantenernos todos desnudos era algo natural, lástima que nuestra reserva fuera solo de una semana.
Por la tarde-noche a parte de los franceses, ahora totalmente desnudos todo el tiempo y bebiendo cervezas en la terraza, otro grupo de la misma nacionalidad ocupaba la otra habitación colindante.
Al bueno de Jesús, el gerente, iba a decirle cuatro cosas. Si aquella zona del hotel no era nudista, los extranjeros así lo habían asumido y como tal la utilizaban. Y yo, enterándome justo un día antes de salir.
Pronto el trasiego de cuerpos entre un espacio al otro se hizo normal. Repartíamos cerveza, vino, hielo, comida. No integramos y, como venimos al mundo, pasamos la tarde-noche haciéndonos amigos y luchando con nuestros respectivos idiomas, ya que todos chapuceábamos el de los restantes.
Sigo, con mi segunda copa ya vacía, viendo caer la noche, oyendo los murmullos de algunos de los vecinos, noctámbulos como yo, contemplando el desnudo atrevido de la nudista de al lado a quien tampoco había vencido la noche. Rezando todos, al dios del tiempo, porque el día de mañana amaneciese soleado y poder, como el resto de la semana, reencontrándonos desnudos paseando sobre la blanca arena silícea.
Soñando, porque no, con esta francesista curiosa que noche tras noche pasaba al prado del vecino a tomar, desnudita, unos baños lunares, a sabiendas que es la admiración de la serie de huéspedes que viven a su vera y que no dejan de admirar sus formas anatómicas.
Me voy a la cama esperando que llegue el domingo y pueda, al despedirme de Jesús, preguntarle de donde saco la linda vecinita del 107 y porque ese empeño de pasearse en pelotilla a la luz de la luna. Hablarle también de las posibilidades nudistas de las habitaciones con vistas al pasillo exterior del sur y si lo ocurrido, la ultima semana, fue algo coyuntural  fruto del buen tiempo, la playa de Langre y la invasión de las juventudes francesas, o algo que muchas otras veces ocurrió y solo su prudencia y la de sus empleados habían silenciado.
Tal vez fuese la leyenda urbana que su antepasado Augusto se trajo de las américas que sigue surgiendo, en días de mucho calor, entre las sombras de la antigua Casona de los Arce, hoy convertida en hotelito rural..

jueves, 4 de mayo de 2017

EL LADO MAS DIVERTIDO DEL INSERSO

En mi primera salida con el Inserso y, como siempre en estos casos, el viaje fue un horror. El avión se retraso en Oviedo y el aeropuerto de Málaga tenia huelga del personal de recogida de equipajes. En él pasamos la mañana. Conclusión llegamos tarde al servicio de comidas y hubo que salir a Torremolinos a tomar algo solidó pues mi señora esposa estaba que se desvanecía por las esquinas.
La cena tumultuosa, pero bien. Mejor el salón multiusos en el que, a parte de bailar, apostar al bingo y recrearse  con casi todos los juegos de mesa, podían verse, en un rincón apartado, todos los partidos de fútbol del día. Pedí mi copa y me senté a ver el Barcelona contra la Juventus.
Si no hubiese sido por mi vecina, octogenaria de Espulgas del Llobregat y fiel seguidora del “Barsa”, que no sufrió dos o tres lipotimias cada vez que su equipo fallaba, lo hubiese pasado bien. Estaba en mi misma planta, la 11, y se paso toda la subida lamentando la injusticia sufrida por los blaugranas.
Foto Marca
Por la mañana ya lo había olvidado, se zampo un desayuno espectacular, me saludo con un muy marcial golpe de cabeza y la invite a una copa en el próximo derbi contra el Real Madrid. Como sabrán perdí la copa y perdió el Madrid.
Esta fue la primera de mis sorpresas. La tercera edad femenina son unas forofas de cuidado, con mucho dominaban el tema mejor que los varones, gritaban mas, no tenían idea del reglamento y todas las faltas debían pitarse a favor de sus equipos, sino: error arbitral.
Foto autor
Me asombro el “Buffet libre”. Pese a ser casi idéntico todos los días, los mas de quinientos jubilados que pasábamos allí una temporada de asueto, nos lanzábamos sobre las bandejas y regresábamos con platos como montañas en las que se mezclaba una ensalada, algo de verdura, pelin de carne y cualquier cosa desconocida, como  flamenquines.
De entrada había una ruptura conyugal. Ellas, más rápidas dejaban a sus parejas a cola de pelotón y se olvidaban del colesterol, los triglicéridos y sobre todo de la glucosa. Buscaban mesa y bebidas y a golpe de pañoleta localizaban a sus mozos para que se reuniesen con ellas.
Según he sabido el Inserso se creo en 1978 y en todos estos años ha debido cambiar la vida de casi el 100% de los jubilados que lo han utilizado.
Al regresar de comprar la prensa, algo casi desconocido en el hotel, la violencia de un “Cha, cha, cha” y la insistencia de una guía de grupo, me hizo entrar en aquel salón que sirve de todo y para todo. Casi cien personas de ambos sexos, bajo la grácil dirección de cuatro monitores estaban bailando ritmos tropicales con una dedicación y un esmero que ni en las mejores escuelas de samba brasileña podían contemplarse.
Foto Internet
Era un autentico jolgorio. Entre las monitoras, la música altísima y el barullo de gente moviéndose por las mesas (gente en general nada jovencita) uno no sabia si estaba en un guateque típico de los años sesenta o en hotel de cuatro estrellas a la hora del desayuno.
Termino de repente y a una velocidad impresionante los monitores convirtieron la sala e baile en un antro de juegos. Se gritaban los números del bingo, se oían las fichas del dominó chocar contra las mesas y el repiqueteo de los dados del parchís, todo en un ambiente ingenuo y familiar en el que no pude saber si las apuestas elevadas se difuminaban entre las mentiras expuestas a la vista del público.
Salí asombrado. El “Levante” había dejado de soplar y las hiladas de nubes iban difuminándose en el cielo; el sol, gracias a Dios y aunque tarde, hacía su aparición.
Bajamos a la playa. Al decir bajamos hay que entender descendemos al infierno pues las bajadas son algo digno de consideración, sobre todo a la hora de subirlas, que razón tenia mi abuelo cuando decía,  para eso quiero mi burra.
Fue bajar y tomar un rebujito muy frió, antes de dar un paseo por la arena.
No es que fuera la excelencia de las playas pero estaba montada para el turismo, mayoritariamente rico y pudiente. Bares, restaurantes, chiringuitos, asadores de sardinas, en la parte alta. Sobre la arena tumbonas, sombrillas, rompevientos, duchas, todo menos servicios sanitarios. Más tarde nos enteramos de la existencia de un convenio entre el Ayuntamiento y este batíburrillo de establecimientos, de forma que se podían utilizar sus servicios sanitarios sin que el consistorio debiera construir unos nuevos cada determinado espacio público.
Había poca gente. Tal vez la hora, el poco sol o los restos del levante hacían que la gente se retraerá. Fue un impás corto. Gano el sol y lentamente la arena se fue cubriendo de cuerpos. Grupos familiares, parejas, individuos solitarios y por fin, la muchachada del Inserso que tal vez por las cuestas o por las discusiones previas a la bajada: Vamos o nos quedamos se habían retrasado.
Las mujeres, más osadas, llegaron primero. Grupos de dos, tres, o cuatro, se iban desperdigado por la arena, en general lejos del agua, siempre huidas de las zonas de hamacas.
Era curioso. De entrada extendían las toallas, luego se sentaban sobre ellas, mas tarde, aquellas que, bajo la ropa, llevaban los clásicos bañadores marianos, de una pieza, se despojaban de las faldas y blusas, las que no se arremangaban las faldas y quedan con el sujetador puesto, no se si al final se lo quitarían, siempre en función de la potencia calorífica del sol.
Foto Internet
Seguí caminando hasta la considerada zona noble. Una serie de lenguas arenosas con hamacas multicolores, sombrillas naturales o de propaganda y cercos plastificados, no se si puestos a modo de cortavientos o para evitar las miradas curiosas de los paseantes, se alienaban perpendiculares a la costa, siempre custodiadas por un guardia que hacia las veces de cobrador, una pasta gansa por todo el día, y vigilante.
Nos sentamos en una de ellas y, ante nuestro asombre, el personal que las ocupaba, todo extranjeros, estaba en topless o practicando nudismo total. En pelotilla picada las diferencias de nacionalidad, no existen, quienes creímos una pareja naturista de noruegos resulto ser un matrimonio de Guecho, jubilados nudistas que desde hacia mas de cuarenta años practicaba el naturismo en la playa de Sopelana. Otra curiosidad, en principio impensable, en aquel grupo del Inserso.
Foto Internet
Deseándoles una buena mañana de sol, los dejamos para ir a comer.
Era sábado, sábado sabadete. Ya en la bajada del ascensor el personal, menos yo, iba vestido casi de gala. Una de quienes bajaba comentaba con alguien indeterminado.
         —A que me queda bien el vestido, he tenido que perder cinco kilos para podármelo poner. —
Luego supe del baile nocturno con música en directo hasta que el cuerpo aguantase.
Baje en chándal haciendo un ridículo total. La sala de fiestas del subsuelo del hotel era un bullicio, hombres y mujeres, muchas más que caballeros, que con un dominio insultante de los ritmos cubrían la totalidad de la pista.
Con mi segundo gin tónic empezó a serme imposible seguir el movimiento de las parejas. La de verde con el calvito, la de rojo con el de pajarita, la de aquella insinuante transparencia con el de camisa estampada. Luego cambio, mas cambio, mas roce, nada los separaba de una pequeña orgía de 
 adolescentes.
Foto Internet
Durante el desayuno supe que la noche de los sábados era peculiar, tanto como los amaneceres; el pudor no estaba reñido con la edad y el sexo no desaparecía con la caída del pelo. Era otra peculiaridad de aquel, y creo que la totalidad de los viajes del Inserso. Todos deseaban lo mismo: Pasarlo lo mejor posible en cada una de las actividades programadas: desde el desnudo en la playa, al baile en la pista o al sexo en la cama.

martes, 2 de mayo de 2017

Advertencia usual (Repetición)

Como de costumbre, los lugares y personas que aparecen en estos relatos, están inspirados, con cierta libertad, en lugares reales. Algún personaje y algún hecho narrados, se inspiran también en hechos reales, pero con idéntica libertad en su recreación.


Los relatos que siguen han de considerarse, por tanto, fruto de la invención del novelista y no deben inducir a atribuir conductas, acciones o palabras concretas a ninguna persona existente o que haya existido en la realidad

martes, 18 de abril de 2017

DIVERNIS, SPA LIBERAL

“Cerrado” Un amplio cartelon, de letras negras, anunciaba que el Spa nudista, al que solíamos ir al viajar a Madrid,  aunque abierto, no estaba funcionando. Una señorita, tras la barra de recepción, nos comunico que ella y sus compañeras, podían darnos masajes pero los servicios de hidroterapia estaban clausurados durante dos meses, por  mejoras en la fontanería y en la distribución de actividades.
         —Pueden ir, si lo desean, al nuevo Spa de la calle Alcántara. Muy similar a este—.
Nos recibió una matrona fortachona, vestida con camisa azul, muy desabotonada, que dejaba ver su sujetador rosa. Hablaba con nosotros mientras dirigía una cuadrilla de chicos y chicas que, en aquellos momentos, hacían las funciones de limpiadores  pero que sin duda en otros fungían como masajistas, encargados del orden o controladores de los diferentes servicios.
         —Si, esto es un Spa público, pero hoy abre solo por la tarde. El  precio depende del tiempo y si la utilización es solo para parejas o libre. Se les entrega chancletas y toalla, así como una botellita de agua —
         —El Spa, como sabrán, es liberal por lo que tal vez puedan ver cosas subidas de tono—
         —No se preocupe—contesto Rosa—, somos nudistas asturianos y estamos acostumbrados al desnudo—.
No se si solo se refería al desnudo o a mas pero con una amplia sonrisa y un
         —Los esperamos por la tarde, seguro que no se arrepienten— se despidió de nosotros.
Llegamos sobre las cinco y media. De entraba se notaba que el Spa estaba en actividad pues al margen de ese fuerte olor a cloro y lejía, típico de los lugares con mucho agua, en la recepción había un joven musculoso, con barba de una semana, que nos cobro y nos dio paso a una especie de amplio saloncito de estar. Allí una señorita  con una braguita y un chaleco adornado por múltiples lentejuelas nos facilito una toalla a cada uno, zapatillas  y un planito guía de las instalaciones de la zona inferior. Nos sugirió que tras una hora de tratamiento subiéramos allí de nuevo, nos daría un botellón de agua  y en caso de desearlo, alguna de sus compañeras del fondo, podría darnos un masaje. Todo muy “Chic”
Foto tomada de la Web de Divernis
A medida que bajamos la luz iba diluyéndose. Llegamos a los vestuarios, nos despelotamos y con las toallas sobre el hombro salimos a reconocer este nuevo Spa, con apellido de”liberal”
Salvo la iluminación, muy escasa y apoyada en conjuntos de velas estratégicamente colocada sobre las esquinas de los recintos acuáticos, tanto la piscina hidrotermal como el enorme yacuzzi anexo a la misma y separadlo de ella  por una cortina plastificada había pocas diferencias. Existían, eso si; el área de duchas era inmensa, sin apenas luz y poblada exclusivamente por hombres. Alternando cada tipo de ducha se habrían una serie de receptáculos con suelo de tatami para el descanso el masaje o lo que quienes las usasen desearan.
Volvimos a la pileta hidrotermal y en ella nos zambullimos.
Foto tomada de la Web de Divernis
Era como otra más de las muchas en las que habíamos estado salvo que la temperatura del agua se mantenía muy alta. ”A nuestra amigo Toni le hubiese gustado, siempre protestaba por lo fría del agua”, pense.
Los chorros, las cortinas de líquido, las camas de agua, la lluvia subacuatica que desde las paredes masajeaba desde la cintura a los pies. Todo muy correcto. Dos parejas mixtas y otras tres del mismo sexo daban vida aquella piscina enmarcada en tonalidades azules e iluminadas, como ya dije, por armónicos conjuntos de velas.
Salimos, atravesamos una pared de láminas plastificadas y llegamos al jacuzzi.
Este si era peculiar. Un cuadrado como de cinco por cinco, lleno de aguas burbujeantes, diseñado, a base de chorros y cortinillas de agua que con las escaleras de entrada conseguían crear, dentro del conjunto total, cuatro sub-recintos independientes, separados por paredes líquidas, juegos de luces y la imaginación propia de cada uno. Nos gusto y allí nos quedamos.
La entrada, parte de un lateral y la lluvia creada por una serie de tubos horizontales nos aislaban del resto, escaso eso si, dos hombres y una chica en cada una de las otras tres esquinas.
Foto tomada de la Web de Divernis
Durante bastante tiempo, rodeados de burbujas, con la exclusiva privacidad del líquido elemento y el errático movimiento de las velas nos dedicamos a gozar de nuestros cuerpos. Nos fuimos calentando, desinhibiendo, olvidándonos de donde estábamos y quienes nos rodaban. Nos hicimos atrevidos. Nos buscábamos, tocábamos, besábamos, a veces bajo el agua otras sobre ella, a la vista absoluta de quien estuviese mirando. Rosa, estaba cada vez mas caliente, excitada, su sexo chorreaba líquidos viscosos y su osadía crecía como mi pene. Por fin se había olvidado del lugar, el ambiente, la gente y solo quería que la acariciase, masturbarse, que la sacase de quicio.
         —Descansemos un poco antes de que me corra en la pileta— le dije arrastrándola fuera del agua hasta la zona de relax, en un piso superior al que estábamos.
También era diferente, al menos para mí. Un largo pasillo daba entrada a una serie de cubículos de diferente tamaño, unos para dos personas y otros para mas, con suelo de tatami, fondo de espejo y laterales con paneles de un enrejado de madera o troncos de bambú  que permitía la visión, sino clara si muy nítida, de lo que sucedía en la habitación colindante. Para ser claro se podía ver, sin problemas, quienes eran y que hacían nuestros vecinos, al igual que ellos nos podían observar a sus anchas nuestras actividades.
Llegamos muy calientes y ninguno de estos aspectos capto nuestra atención, Caímos sobre en lecho de toallas y empezamos a jugar. Juegos eróticos, sexuales, alumbrados solo por un conjunto de velas y algunos fluorescentes perdidos por techo.
         —Nos están mirando—dijo Rosa de pronto—.En la habitación de al lado hay alguien. Seguro—
Todo se corto de repente, ella se sentó, se cubrió con la toalla  y con un “Veámonos” salimos del recinto.
         —Nos vamos — vaticino arrastrándome hacia los vestuarios.
Sino hubiese sido por la luz  o por un maldito escalón de granito allí habríamos llegado, pero no. Ambos tropezamos machacándonos nuestros respectivos índices del pie, yo el derecho y ella el izquierdo. Al dolor se unió al malhumor y a esto un over-booking  en los vestuarios. Debíamos aguardar que se despejasen y limpiasen.
         —Señores—nos indico uno de los vigilantes — vayan al yacuzzi, el agua caliente les bajará el hinchazón—
Allí fuimos y en el nos metimos. Al contrario que la vez anterior, estaba vació. Tal vez por la inercia de la entrada nos acurrucamos en uno de los ángulos superiores, justo en frente de donde habíamos estado la primera vez, y al conjuro del burbujeo del agua fuimos relajándonos.
Algo estaba cambiando. Tal vez la hora o el puro azar de los números hizo, de pronto, que la tipología del personal fuese otra. Primero una pareja de chicas y luego una mixta cubrieron dos de las esquinas del yacuzzi. Un grupo e chicos y chicas cruzaron corriendo hacia la pileta hidrotermal y otra pareja senior entro en el yacuzzi.
Andarían, estos últimos, entre los 50 y los 60. El pasó primero, llego al final de la escalerilla y se zambullo de golpe. No era musculoso pero estaba en forma, como si hiciera diariamente footing. Pelirrojo, de metro setenta y cinco, rasurado por completo y sin tatuajes. Ella se dejo ver. Se paro antes de entrar, oteo el horizonte como evaluando la asistencia y se lucio ante ella como un pavo real. Rondaría los cincuenta y pocos años, no muy alta, morena de pelo ensortijado, como el, totalmente depilada. Pechos grandes y caídos coronados por dos pezones turgentes, sin duda por el echo de encontrase en pelota y en público, barriguita aceptable y una lorza de grasa, no muy grande, por debajo del ombligo. Bajo despacio y se acomodo junto a su pareja.
Foto tomada de la Web de Divernis
En los jacuzzis se observan cosas curiosas. Hay mujeres, como esta que tenía delante, que siendo de pequeña estatura, se sientan  y quedan con el pecho fuera del agua y otras al revés, el agua parece llegarles solo hasta la boca. Mientras se masajeaba los pechos y su pareja se hundía placidamente en el mar de burbujas, cerré los ojos y me relaje.
También, hasta donde yo conocía, había un exquisito trato en las aproximaciones de quienes lo utilizaban, había, eso si, roces, pisotones, apoyos entre personas pero siempre seguidos de un “Lo siento”, “Perdone”,” O una sonrisa de complicidad”.
Fue  lo primero que me sorprendió cuando sentí que alguien pegaba su pierna contra la mía. Abrí los ojos y vi a nuestra vecina, justo a mi lado y medio dormida. Ví también a su pareja, junto a Rosa, en idéntica posición.
Me hubiese sorprendido mas si no fuese porque entonces una de las manos de la morena se coloco sobre mi muslo e inicio un suave masaje. En un instante me despeje y supuse que, en aquellos actos, había menos de casualidad y mas de deseo. Que lo de “liberal” tenia mas connotaciones eróticas que nudistas. Seguí su juego. Cerré los ojos y me sumergí en aquel mar de burbujas, placer y lujuria que alguien, anónimo, me ofrecía.
Mi primera caricia, sobre la orza de su cintura, fue como el pistoletazo de salida de un juego erótico sin normas ni recriminaciones. A medida que el tiempo pasaba nuestra osadía crecía. Bueno eso y mi pene .Abrió las piernas al máximo y dejo su coñito libre. Lo acaricie, frote, sentí sus flujos vaginales, sus espasmos de gozo. En cuanto vio que yo entraba al trapo, o mejor a su cuerpo, como un Miura, se relajo, dejo de atacar y quedo totalmente receptiva a mi merced. La acariciaba con las manos, la penetraba, a veces se alzaba y le besaba los pechos, sus pezones erectos. Se acomodo sobre mi pierna y desde el culito a la vagina se ofrecieron a mis caricias….y a su placer. Toque, pellizque, penetre note sus líquidos la sentí vibrar y caer, al final, sobre mi hombro.
         —Vasta por ahora, seguimos en la zona de relax— susurro de forma imperceptible.
Mire a Rosa que, por lo visto, había pasado una experiencia similar.
         —No te preocupes por ellos, cuando Carlos no ha dicho nada es que no ha habido problemas. Arriba nos encontrarán. —Salimos, nos dirigimos a la zona alta y, casi sin dudar, se oriento hacia uno de los camarotes del fondo.
Foto tomada de la Web de Divernis
Era diferente al anterior; de entrada el doble de grande y con espejos al fondo y en el techo. Había toallas nuevas, una caja de clinex y biberones con aceite. Como en la primera las paredes estaban formadas por cuadriculas de madera que proporcionaban una visión optima entre gabinete y gabinete. Tras lo vivido ya nada importaba. Extendimos las toallas y nos tumbamos. Rosa y Carlos no tardaron en llegar, se acostaron junto a sus respectivas parejas y los cuatro reposamos de los ajetreos del jacuzzi.
Un parpadeo de velas, unos murmullos  y dos pares de ojos mirando entre el enrejado nos confirmaros que teníamos, no se si de lujo o simplemente aprendices, observadores. La tipología de las separaciones estaba hecha para ello.
Sin consultarnos verbalmente, solo con la mirada, empezamos a dar, a nuestros desconocidos visitantes una lección de sexo, si bien ahora hecho con nuestras respectivas parejas.
         —Tenemos que irnos—dije tras el orgasmo último de los caballeros.
Bajamos a las termas y mientras Carlos se zambullía de nuevo en el agua, Carmen nos acompaño a los vestuarios.
         —Os voy a dar nuestra tarjeta. Por si alguna vez regresáis de nuevo por aquí—
Carlos y Carmen junto a un teléfono móvil, ponía el papelito
Después de lo vivido sendos pares de besos en la boca fue una despedida de lo mas respetuosa
         —Seguro que si—contesto Rosa, del todo colorada.
Una ginebra con mucho hielo y una rajita de limón para mí junto a una cerveza sin alcohol para ella templaron nuestros ánimos en aquella noche calurosa de Madrid, bajo un cielo rojizo que anunciaba, sin duda, a la primavera dando paso al tórrido verano.

domingo, 12 de marzo de 2017

EL EXTRAÑO CASO DEL EXPEDIENTE EXTRAVIADO

La semana se presentaba mal. Primero el gato y ahora el expediente. El capitán estaba mas tiempo en el Ayuntamiento que en el cuartel de Rubin, mi sargento nos azuzaba por la caída de multas durante el pasado año y la alegría subsiguiente del Edil de Economía que, por una vez, desde que llego, sacaba pecho alabando su excelente gestión en cuanto a la educación ciudadana en todo lo que a viabilidad se refiere. Sabrían ellos la realidad de tal caída.
Ahora la Responsable Política de la Policía Local, Dña Paloma Torcaz del PSOE, se pasaba los días con el capitán  buscando entre miles de papeles y sus gritos se oían en todas las dependencias: “Esos expedientes deben aparecer”
Foto Internet
D. Cosme, Alcalde del Tripartito, en su despacho municipal, leía placidamente El Marca. El Oviedo había vuelto a empatar pero aun se encontraba en puestos de ascenso directo y pese a ser mas de las 12 nadie había pasado aun por sus dominios.
¿Dónde estaría la gatita “Neige”, aquella que los bomberos rescataron de su dueña a la que, sin saber muy bien porque, ataco de forma violenta. Una agente de la Policía Local la trajo a estas dependencias y ahí se acabo la historia. Preguntaría a  Trini, ella estaba enterada de todo cuanto acontecía en la casa Consistorial. También debería hablar con “Don”. La prensa, y algunos de mis amigos del café, no dejan de preguntarme por los líos del Cuartel de Rubin, la extraña caída del número de multas en los últimos meses y la irregular asignación de las tarjetas de aparcamiento.
Agente Romerales, oyó gritar al cabo,: “A partir de hoy y hasta que se resuelvan satisfactoriamente ambos asuntos se pone a las ordenes de la Responsable Municipal  para la Policía Local, la señora, o señorita, Paloma Torcal. Déle cuanto le pida pero antes consúltemelo a mi o al teniente. Por cierto como usted llevo el caso de  aquel gato rabioso, que ataco a su dueña, y lo deposito en las dependencias del Ayuntamiento, informe al Sr. Alcalde donde se ha ubicado al minino y que piensan hacer con el. Deje lo que tenía que hacer y póngase a las ordenes de la Sta. Torcal.
Foto Internet. Gato salvado
Soy Paloma,  Edil de Seguridad Ciudadana y vengo, como sabrá, a revisar los archivos del Cuartel—
Lo dijo así, de corrido, como si tuviese prisa en terminar o estuviese enfadada conmigo.
         Agente Romerales. Tengo órdenes de mi teniente de enseñarle todos los archivos. Si desea sacar cualquier tipo de expediente se lo comunicaremos, haremos una copia y la  pasaremos por Registro—.
         —Por donde vamos. —respondió sin inmutarse lo mas mínimo.
Recorrimos una serie de pasillos hasta llegar a una especie de hangar con la puerta carrada y un agente en una dependencia lateral.  Nos la abrió y pase tras ella.
No pude decirse que los archivos fueran lo máximo del orden pero un cierto esquema si había en aquella montaña de documentación.
         Mire—, le comente—Las grandes cajas cuadradas del fondo contienen los expedientes desde la formación del Cuartel hasta la instauración de la Democracia. En las librerías metálicas laterales y en archivadores de cartón se guardan, por años, los más bajos son los mas antiguos, cuanto papeleo generamos. Sobre las diferentes secciones puede verse, en lo alto, la temática: “Multas, expedientes, personal, etc. El guarda tiene la numeración de todo.
         —No tienen nada informatizado—
         —Se acaba de adquirir un sistema de tratamiento de datos pero hasta el próximo año no será operativo—
         —Bien. Pasemos a trabajar.
Tras casi dos horas abriendo y cerrando cajas, de tomar un montón de notas  e ignorándome por completo, se detuvo, al fin, bajo el anaquel de:”Personal.
         Agente, ¿Dónde están ubicados los expedientes disciplinarios, y los sancionadores? Aquí, por lo que veo, solo hay uno y esta incompleto, muy incompleto. Pregunte al encargado
Foto Internet. Archivo policial
 Efectivamente el dossier estaba como decían. “Solo uno y muy deficiente”. Eso, por otro lado era algo sabido por todos nosotros.
Tras la llegada del Tripartito, los juicios políticos subsiguientes, la caza de brujas, los traslados, los amiguismos, los cambios y traslados, facilitaron que en Registros todo el mundo entrase y saliese y que los papeles volaran de sus sitios sin ningún tipo de control.
El “Don” no podía dar crédito a lo que Paloma le contaba. Que los expedientes sobre la mala gestión de ciertos estamentos que, por otra parte, ellos mismos alardearon, a bombo y platillo, sacarlos a la luz pública, se hubiesen esfumado era una bofetada no a el, máximo critico de la Policía Local, sino a su partido, al Tripartito gobernante y, en último termino a la Democracia.    
         —Habla con Trini y el resto de los compañeros, esto debe resolverse en conjunto. Yo pasaré por el despacho del alcalde haber que piensa—.
         —Hombre “Don”, ganas tenía de verlo. Se acuerda de “Neige” aquella gatita blanca que los bomberos socorrieron la semana pasada.       Pedí a Paloma que, ya que iba al Cuartel preguntase que fue de ella. Si alguien se la llevo o la dejaron en la sección de gatos de la perrera. Esa que recién inauguramos—.
         —Cosme—medio grito el Edil—la perrera no se llego a inaugurar, encima la asaltaron, rompieron uno de los muros y tenemos una denuncia en curso por haber entregado, para su licitación, documentos incorrectos—.
         —No se altere “Don”, el día menos pensado le va a dar un jamacuco. Se lo dije muchas veces lo suyo es la medicina y no la política, no tiene ni mano izquierda ni sentido del humor. Y eso que es medio rojillo—.
         —Alcalde, que no estoy para bromas. Mandamos a Paloma a revisar los archivos policiales en busca de la mala gestión, sobre todo de su anterior estamento directivo, y hoy viene a decirme que allí no hay nada de nada, que los expedientes se han evaporado—
         —Con lo ordenadito que lo tenían la ultima vez que los visite. Es raro—        
         —Hay que convocar un consejo extraordinario, con la oposición incluida y exponerles el expolio de los archivos. ¿Cuándo la fijamos?—
         —Fíjela para el martes, por aquello de ser martes y 13.Talvez tengamos buena suerte—
         —Déjese de “coñas” que es importante. Le envió a Trini para redactar el “Orden del día” y remitírselo a todos los partidos—
         —“Don” acuérdese de hablar con la agente, que pase por aquí y me informe sobre lo del gatito—.
Romerales no podía dar crédito a lo que decía el teniente. Ir, primero, a la perrera y comprobar el estado del gatito que habían tenido enjaular antes que atacase a su dueña. Luego pasarse por Casa Consistorial  e informar al alcalde de su estado. Tenia cita para las 13,00 así que no se demoraría mucho en la perrera.

Foto Internet. Neige en la perrera.
            Gracias por venir, como se llama. Puede llamarme Cosme—
         —Bueno Sr. Alcal...Cosme. El viernes, de hace dos semanas, nos avisaron de los gritos de una vecina, de la calle León y Escosura, encerrada en  el baño ante el ataque de su gatito “Neige” con el que convivía desde hacía cinco años. Avisamos a los bomberos, que entraron por una ventana, recogieron a la gata y liberaron a la señora.
Me dieron la gata, que lleve a la perrera Municipal donde la desparasitaron. Al día de hoy, aun no se sabe que la impulso atacar a su dueña. De cualquier forma ella no quiere ni verla y nos ha pedido que hagamos con “Neige” lo que queramos.
Si a lo largo de los próximos días hay mas novedades se lo comunicare. Mi teniente se la ha ofrecido a los miembros del Cuartel y a los bomberos. Me ha encarecido le diga que si aquí, en el Ayuntamiento, hay algún receptor puede adjudicársela sin problema—
El amplio salón de reuniones estaba a tope por la premura en la convocatoria. El orden del día casi monográfico, la serie de replicas y preguntas de los diferentes partidos de la oposición  y la masiva asistencia de miembros, uniformados, de la Policía Local así como el nutrido grupo de periodistas de la entrada del Consistorio, todo indicaba la importancia del Consejo.
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El Secretario acomodó, como pudo, a todos los asistentes, paso lista de los mismos, pregunto si todos tenían el orden del día y los dossier, perdón, del punto a tratar y dio, como siempre, la palabra al Edil de Economía.
         Srs.—empezó—Por la importancia del tema:”La corrupción” hemos convocado esta reunión a fin de conocer, analizar y depurar el comportamiento de la Policía Local en especial de su Jefe, ya jubilado,y que desgraciadamente no puede estar aquí ni para explicar los hechos ni para defenderse—
Se oyeron risas, comentarios solapados, movimientos de papeles  y alguna voz malsonante.
         —“A que venimos”,”No tienen otra cosa que hacer”,”Que pasa con los presupuestos””Y con la emergencia energética””Su política social llegara al fin algún sitio” “Se han olvidado de la creación de empleo”—
         —Un poco de orden—pedía a gritos el Edil— En el cuartel de Rubín están desapareciendo informes comprometedores que ponen en tela de juicio nuestra credibilidad—
A partir de ahí se acabo la reunión y empezó un cruce de acusaciones e insultos muchas veces al margen por completo de lo que se hablaba.
Mas de tres horas durante las que nadie escuchaba y el griterío, cada vez mas elevado, se asemejaba algo así como” Sálvame” pero con hombres en corbata y mujeres engalanadas con tupidos fulares. Una especie de “Sálvame Político” pero en la Sexta.
         Estamos todos de acuerdo—repetía el Edil. —la culpa la tiene el jefe anterior, ya jubilado que, Quien, a  parte de favorecer a sus amigos, influyo en la labor de los agentes, repartió favores: tarjetas de aparcamiento, elimino multas y robo de expedientes, algo que no sucederá en nuestro gobierno.
Se levanta la sesión—.
Sobre los expedientes perdidos, extraviados o robados, nada.
Un momento se oyó por encima del alboroto la voz del Alcalde.
         Amigos. Pese a no estar en el orden del día, la fuerza pública de la que hemos estado hablando toda la tarde, recogió un gatito a principio de mes. Esta en la perrera municipal pero a la alcaldía le gustaría que el animalito tuviese casa propia. Yo como máxima autoridad la ofrezco, a quien quiera adoptarla, de forma desinteresadamente.
Nadie le hizo caso y la sala se despobló en escasos minutos.
Colofón
“Neige” paso del Ayuntamiento al Cuartel de Rubín de ahí, al piso de Romerales y por último a la casa campestre, en Villaviciosa, donde vivía su madre.
En ella, se aclimato. Se unió a una banda asesina de patos y entre ambos eliminaron ratones, pajaritos y cacos de baja calaña. Ahora es feliz. Si fuese medio humana estaría eternamente agradecida al Sr. Alcalde y a sus decisiones. Odiaría a su equipo gestor con el que estuvo a un tris de morir incinerada en el crematorio municipal.
Por las noches se duerme pensando en aquel Presidente chino,
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Mao Tse Tung, que un día dijo, a nuestro antiguo mandatario, Felipe González en su viaje a China, “Los gatos no deben ser grandes o pequeños, feos o hermosos, lo único que deben hacer es cazar ratones” justo como ella estaba haciendo.