Sin duda fue allí, sobre la blanca arena de la playa de Barayo, viendo como un montón de jovencitas lucían al mundo todos sus atributos y esperando, sin éxito, que el Presidente de la Asociación Naturista de Amigos del Principado de Asturias (ANAPA) se presentase para la reunión mensual del Grupo, como anunciaba en su último correo, cuando llegue a la conclusión que, con un poco de entrenamiento, podría presentarme, con ciertas posibilidades de obtener medalla, a la Gala de Natación Naturista a Celebrarse en Gijón el primer fin de semana de Noviembre.
Nuestro joven amigo, el Presidente, agobiado por la problemática de su próxima paternidad, el montaje del evento, pero sobre todo por intentar convencer al equipo municipal de la bondad de la Gala , ni se presento por la playa, ni respondió a un montón de correos en los que le recriminaba el hecho de agrupar, en una sola categoría, a todos los nadadores mayores de 50 años. A mis 62 estaba en franca inferioridad con rivales 12 años mas jóvenes pero en mi fuero interno pensaba que la competencia sería baja o muy baja y mis posibilidades sino altas, si considerables. Le escribí para apuntarme en 50 libres, 50 braza y 50 espalda.
A partir de Octubre reinicié mis entrenamientos con el club de toda la vida, pues a mi nivel Master estoy, en Asturias, entre los tres primeros. A finales de mes recibí un correo y una llamada en la que me recordaba que contaban con mi presencia en la Gala deportiva y que si, como todos ellos, iría a las cenas y otras actividades relacionadas con la fiesta. Le prometí ir a las pruebas pero decline al resto; el domingo debía nadar la 1ª Jornada del Campeonato de Asturias.
El sábado 3 de Noviembre, unos 175 nadadores y 300 asistentes, todos desnuditos como vinieron al mundo, se agolpaban, junto a los medios de comunicación que no quisieron perderse el espectáculo, en las instalaciones municipales de la piscina del Llano. Más que evento deportivo fue una manifestación seudo reivindicativa. Los Presidentes de las Federaciones naturistas asturiana y española y los de la francesa, alemana e inglesa, estaban más pendientes de salir en los medios que de la actuación de sus nadadores. Las pruebas que, en condiciones normales, se habrían concluido en menos de dos horas, se alargaron a más de seis. Hubo que esperar la llegada de Telecinco y Antena 3, las grandes cadenas nacionales que cubrían el acto e informaban de él al resto de los españolitos. Todos, en el recinto deportivo, cámaras, comentaristas y fotógrafos iban desnudos. Lo único que uno de ellos comento fue el porque los nadadores llevaban gorro habiendo en su cuerpo otras zonas con mas abundantes matas pilosas. Fue una fiesta. Yo gane tres medallas de plata y confraternice con dos jueces, conocidos de otras competiciones. Como excepción a la regla general, los cronometradores iban rigurosamente vestidos, aunque mis amigos, un hombre y dos mujeres me pidieron la dirección de la Asociación con la idea de participar en otras actividades, eso si, ya desnuditos.
El rebufo informativo fue breve. Siete días más tarde nadie se acordaba ni de los nadadores en pelota ni de nada. El Presidente lucía henchido de placer. La Delegación Española había conseguido más de 25 medallas, en comparación de las 2 obtenidas en Alemania y los participantes internacionales le cursaron cientos de mensajes de felicitación. La próxima Gala se celebraría en Francia y todos estábamos invitados.
Nuestro Presidente, tan apocadito como parecía, logró, nadie sabe como, poner de su parte al Ayuntamiento, congraciarse con los medios de comunicación y evitar que la actividad dejarse de verse como algo feo y desagradable para pasar a ser normal y bonita. Hizo más. Entre sus gestiones exitosas la mas alabada fue la de conseguir que el Hotel Jovellanos, recién inaugurado, funcionase durante esos días como estancia naturista, pudiendo, los socios de la agrupación, hacer uso de las instalaciones de relax, sin utilizar en ellas el correspondiente bañador. Como contrapartida a la promoción turística efectuada, la responsable de relaciones públicas, ofreció a ANAPA, la posibilidad de usar el SPA del hotel la tarde de un domingo de cada mes y a precios reducidos.
La inauguración de la nueva actividad debía ser un éxito de asistencia, pues en función de ello era más que probable que el hotel ampliase tanto el horario como el número de días. En ello se centro nuestro Presidente, con tal esmero y dedicación, que a veces pensé que no tenía otra cosa que hacer. Llamadas telefónicas, correos, compromisos, ruegos. Al final cerca de 20 socios confirmamos su presencia. Una autentica muchedumbre conociendo el comportamiento del personal.
La revolución ciudadana condiciona que muchos de sus servicios, bien por motivos económicos, por desgravaciones fiscales o por espacio y comodidad, se desplacen hacia los polígonos industriales que, a modo de cinturón de castidad, las circunvalan. El Hotel Jovellanos se ubica en el polígono de Porciello y pese haber salido de Oviedo con tiempo mas que suficiente, entre la lluvia, la escasa iluminación y la nula información, llegamos a el, como otros muchos, media hora después de la fijada.
Sobre el espacioso salón de entrada fuimos agrupándonos, no tanto por un conocimiento previo, sino por puro azar o mejor dicho un puro instinto de pareja. Quienes íbamos acompañados formamos un núcleo compacto y los independientes pululaban, como perdidos, tras el Presidente, incapaz de presentarnos a todos y lo que es peor, que luego, recordásemos cada uno de los nombres.
Las mujeres se lo montan mejor. Mª Teresa, Elvira, Luisa, Montserrat y Rosa tomaron a sus respectivos hombres, Octavio, Félix, Ángel, Rubén y yo y sin encomendarse a nadie se dirigieron al SPA. El resto siguió perdido a la espera que alguien tomara una decisión coherente.
El encargado, un tipo argentino excesivamente amanerado y pulcro, se empeño en darnos unas ideas generales sobre la utilización de los servicios, pero al igual que nos pasaba a nosotros, se vio avasallado por el empuje femenino. Nada de vestuarios separados, cada pareja utilizaría el que quisiera y, por supuesto, todas eran expertas y no necesitaban lecciones de nadie, lo que quería decir que cada una haría lo que le diera la gana.
Mientras el Gaucho de la Pampa lidiaba con el segundo grupo, mas ordenado y modoso, Octavio, Teresa, Rosa y yo fuimos al vestuario de caballeros y el resto al de señoras. Sin duda la parejita que nos toco en suerte, era novel en lo del nudismo, mas ella que el. La situación se torno realmente curiosas, sobre todo ante un dúo malintencionado como el nuestro. Rosa esperaba, en pelotilla picada, mientras yo, con una parsimonia, muy fuera de lo normal, ordenaba mis enseres en la taquilla. Teresa y Octavio seguían en ropa interior esperando, craso error, que saliéramos y quedarse solos. Al final se decidió ella y con muy mala cara se despojo de la braguita y el sujetador. Pensé, para mí, que seria la última vez que pisasen estas instalaciones, y acerté.
No fuimos, lógicamente los primeros. En la piscina hidrotermal el resto de parejas jugaba bien con los chorros de agua bien con los surtidores de burbujas. Hacia allí fueron los tres mientras yo me enclaustraba en el baño turco, más que nada para sudar las copas del día anterior.
Cuando salí el número se usuarios se había duplicado y como sucedió a la entrada los independientes vagaban perdidos en la piscina y los emparejados se agolpaban en el jacuzzi, Teresa y Octavio, medio tapados, descansaban en la zona de relax y Rosa con Luisa y Ángel, a quien conocía de alguno de sus múltiple trabajos, estaban en la sauna, hacia donde me dirigí para seguir eliminando alcohol.
La tarde transcurrió muy deprisa. Como si todo el mundo estuviese de acuerdo en un momento determinado, primero las mujeres, por aquello de secarse el pelo, y luego los caballeros, nos encontramos de nuevo en el vestuario. Ahora ya hablaron o mejor dicho, fue el quien dijo ser de Oviedo y haberse hecho de ANAPA como consecuencia de la Gala. Ella , toda desnudita, se mantuvo en silencio. Nos volveremos a ver dijo Rosa al despedirse. En mi interior pensé todo lo contrario.
Segundo mes y primer domingo. Solo un breve correo recordatorio pues sin duda el Presidente había evaluado el éxito anterior y estaba seguro que la inmensa mayoría repetiríamos. Como bien deduje, todas las parejas, excepto Teresa y Octavio volvimos a compartir vestuario, ahora con menos intimidad y más confianza. Sin una razón lógica los hombres nos decantamos por la piscina y las mujeres por el jacuzzi. Fui pasando de unos chorros a otros, de una explosión de burbujas, a una serie de lancetas que masajeaban toda la extensión de isquiotibiales y gemelos, al final me aposente sobre un surtidor dirigido a los riñones, siempre y cuando se mantuviera una posición horizontal bajo el agua. Flotaba sobre una columna liquida que me envolvía desde los glúteos a las cervicales. Estaba solo en el baño y por puro relax, cerré los ojos y me adormile.
.- Perdona oí decir a alguien que, de forma involuntaria, tropezó con mis piernas
Abrí los ojos y vía Luisa, a escasos centímetros de mi, bajo un potente chorro vertical.
.- Tranquila, dije, no pasa nada.
Los cerré de nuevo e intente visualizar el roce. Fue la mano, la cintura o los pechos contra lo que percutí. Fue accidental o premeditado. Se repetiría o Luisa se desplazaría a otra zona de la tina. Tarde poco en aclarar mis dudas. De nuevo su cuerpo, una de sus tetitas para ser exacto, percutió contra mi muslo, y por raro que parezca, no se separo sino que pareció apoyarse. Baje las piernas y contemple su rostro bañado por decenas de hilos de agua. Daba la impresión que las aproximaciones fueron voluntarias, mas aun, que estaba encantada con ellas. Al fondo sobre una especie de cama hidrotermal Rosa y Ángel mantenían una animada conversación mientras el resto de los asistentes se habían volatilizado. Alegando un repentino exceso de calor salí del agua no se si intrigado, asombrado o feliz. Volvimos a vernos en la sauna, donde contemplé su coñito, perfectamente depilado, sus glúteos, redondos y duros, su cara de niña cándida, de las que nunca ha roto un plato.
En el viaje de regreso Rosa me comento, que como a mi, también Ángel se rozo con ella aunque no supo concretar quien tomo la iniciativa pues la fuerza del agua y lo resbaladizo del suelo forzaban a menudo a ese tipo de contactos. Quedo todo como una anécdota sin más y nos olvidamos.
Un nuevo mes y un nuevo primer domingo. No hubo ni llamadas ni correos, pero todos sabíamos que entre las seis y las siete nos encontraríamos en el SPA.
Mientras cubría los 26 Km . que separan Oviedo y Gijón iba analizando las reacciones que afectan a las parejas, mucho mas cuando ambas están desnudas. En cualquier playa nudista no es extraño comprobar la desaparición absoluta del pudor. En general la hembra se enseñorea mostrando a su macho y este hace lo mismo. Van por la orilla cogidos de la mano, se besan, se acarician. Luego, bajo las sombrillas se embadurna de crema creando un espectáculo próximo al pornográfico. Es normal que el le sobe las tetas, le magree el culito o pierda sus dedos en su coño. Ella nunca se corta. Cuando le toca el turno el varón siente sus partes mas intimas masajeadas. Su polla es fricciona con vigor y su ano se opaca bajo una potente capa de aceite antisolar. Tenía claro que la convivencia, sin ropa, derriba un montón de tabúes y hace que cualquier trasgresión, que en otro contexto seria tachada de obscena, aquí se considere, sino normal, si aceptable. Pensaba en todo esto recordando el desparpajo de Luisa, su cara angelical, su coño simétricamente afeitado y su inocencia al restregarse contra mis piernas.
Llegamos los primeros. Tras felicitar el año a las recepcionistas nos dirigimos a la piscina. Durante unos 15 minutos imagine que, como alguna vez nos ocurrió en el Balneario de León, estaríamos solos. No fue así. Con un lento goteo fueron apareciendo el resto de asociados. El presidente, un fotógrafo amigo, el informático y la mexicana, y por fin ellos. Luisa y Ángel achacaron su retraso a lo complicado del tráfico y la persistente lluvia.
Rosa, la pareja de Aviles y yo estábamos en jacuzzi. Desde allí vi como se perdían en la sauna. Sentí una pequeña decepción al haber idealizado una serie de juegos eróticos solo creados por mi mente. Salí y con el recuerdo de Luisa, me zambullí en la piscina y nade hasta el mismo sitio que la vez anterior.
No la oí llegar. Casi de repente unas manos, las suyas, empezaron a serpentear por mis piernas. Abrí los ojos y vi los suyos cerrados. El juego de impredecibles consecuencias, acababa de empezar. Al amparo del agua fui recorriendo su cuerpo con mis pies. Tan pronto se enlazaban con los pezones como se hundían en su vagina. Sus dedos se enroscaron en mi pene que automáticamente empezó a tomar largura y grosor. Bajo aquellas aguas burbujeantes la sexualidad campaba a sus anchas. Vi, sobre la cama del fondo, como Rosa y Ángel disfrutaban de sus cuerpos, ignorando a quienes, ajenos a sus enredos, los observaban.
No aguante mas y salí. Fui directo a la pileta de enfriamiento hundiéndome en sus aguas heladas. No entendía como dos parejas, casi desconocidas, podían establecer ese cortejo sexual sin que nada ni nadie los ruborizarse.
Me reencontré con ella en el área de descanso y sin mediar palabra me arrastró hasta el jacuzzi.
.-Vamos, nos están esperando, dijo como si todo estuviese premeditadamente pactado.
Azar, suerte, llamase como se quiera pero en el ovalo solo estábamos Rosa, Ángel y nosotros dos. Unos enfrente de los otros. El agua nos envolvió de nuevo bajo un manto de burbujas evitando que ni nosotros ni quienes nos rodeaban viera lo que producía en el interior.
Fue, por parejas, una fiesta de sexo. Luisa se dedicaba a recorrer mi cuerpo a excitarme, a masturbarme. Yo le pellizcaba los pechos, le acariciaba el clítoris, mezclaba los jugos de su vagina con el agua templada. Oí sus jadeos de placer mientras el cuerpo vibraba bajo una cascada de orgasmos. Luego se centro en mi pene hasta que exploto en un torrente de semen que, sin duda, se difumino en el agua. Nuestros compañeros no debieron dejarnos atrás, pues cuando los mire estaban exhaustos, sudorosos, relajados. Casi sin mediar palabra nos dirigimos a los vestuarios, nosotros al de caballeros y ellos al de señoras.
La vuelta fue silenciosa, sin duda pensábamos el lo ocurrido, en el ambiente propicio al desenfreno, en la oscuridad del agua, en el conocimiento mutuo de nuestros actos, en todo lo vivido y sentido, en lo excitante del desnudo y en la carencia de pudor que ello conllevaba.
.- Donde viven, me pregunto Rosa.
.- No lo se, pero seguro que el próximo mes se lo preguntamos.
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